María M. C. R.
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En plena pandemia y las únicas medidas de seguridad de las que "disfruté" en estas oficinas fueron la pantalla de metacrilato instalada en la recepción y algunos botes de gel hidroalcohólico repartidos por las mesas. Por lo demás, ni citas previas, ni control de aforo, ni nada de nada. Una sala de espera con todas las sillas ocupadas y gente también de pie, un pasillo de entrada hacia la recepción cuyas dimensiones obligaban a los clientes que iban llegando a agolparse sin distancia de seguridad alguna, empleados paseándose constantemente de una punta a la otra... En definitiva, un completo desastre en cuanto a medidas contra la COVID-19 se refiere (escuché -aunque no puedo afirmar que sea cierto- que la oficina ya había estado cerrada un par de semanas por un contagio, y si fuera así, no me extrañaría nada).
Dado que no trabajan con cita previa o, al menos a mí, no me la dieron, los tiempos de espera son desesperantes. Una vez que alguien te atiende, tienes que seguir esperando. Puede que te toque alguien amable (como fue mi caso en una de las visitas) o que te plantes delante de algún empleado que resopla por cada vez que tiene que levantarse de la mesa a realizar algún trámite o al que parece que debes pedirle perdón (a pesar de lo que estás pagango por el servicio) por cada miserable fotocopia a doble cara que te tiene que hacer. Vergonzoso.
Lo que, para mí, clama al cielo: mientras esperaba en una de las mesas pude comprobar la completa desorganización que tienen en cuanto a sus archivos. Torres de papeles y carpetas amontonados, documentación sensible de otros clientes a plena vista de todos en las que se podían leer nombres y datos perfectamente... Todo esto me espantó, pero cuando tuve que subir a otro de los despachos y esperar (sí, esperar otra vez) en la puerta, comprobé que la estancia donde tienen el archivo notarial estaba con la puerta abierta. Podía ver las estanterías, las carpetas... Pasé tanto tiempo allí sin que nadie apareciera que podría, perfectamente, haber entrado a la habitación, leído o robado cualquier documento y nadie se habría dado cuenta. Cuando, por fin, entró allí una de las empleadas y se dio cuenta de que la puerta estaba abierta, se apresuró a cerrarla con cara de circunstancia.
Conclusiones:
- LA OFICINA: nada cómoda, desorganizada y con unas medidas contra la COVID-19 pésimas.
- LA ATENCIÓN: según el empleado que te toque.
- EL SERVICIO: bien para hacer cuatro compulsas. Si tuviera que dejar en manos de alguna notaría asuntos delicados, dudo mucho que fuera en esta.
